lunes, 8 de diciembre de 2008

La última nota de la escala...

Cuentan las abuelas de las abuelas que uno al nacer tiene el final escrito... aunque quién sabe dónde, o quién rayos lo escribe. Lo cierto es que la mayoría de las veces estamos tan inmersos en lo que es nuestra vida que nos olvidamos de vivir; un continuo ir y venir por calles cansinas e intersecciones que no llevan a nada nuevo, en la apreciada y despreciada rutina. Es por ello que de pronto nos quedamos ciegos y también sordos, nos aquejan los problemas y se nos hace tan difícil hallar la puerta... más difícil prestar atención a la música que nos rodea. Igual, no generalizo, de pronto hay uno o que otro descocado que le sabe el juego a esto de vivir. Pero la mayoría deberíamos frenar, mirar alrededor, escuchar... porque incluso el silencio tiene algo que decir... Pero tarde nos damos cuenta, cuando el "te quiero" o el "lo siento" ya de nada vale, porque lo hecho, hecho está y no hay vuelta de hoja. Pero el viaje continúa, suben nuevos personajes a nuestro tren y se nos da una segunda oportunidad, pero el ruido y el calor o el frío vuelven a atontarnos. No debería ser así, no deberíamos adormecernos en el sonido monótono del vagón al moverse. Ésta familia llora una pena horrorosa, su nena ha cerrado los ojos y ya no los va abrir, y los que quedamos en el umbral de la habitación sentimos la punzada asfixiante de la incredulidad y la frustración, ¿qué se dice en esos momentos?... ¿qué se hace en esas situaciones? Si alguien tiene la fórmula correcta que me la diga. Pasados unos minutos (o años), uno cae en la cuenta de que hay que seguir viviendo; nuestro corazón, auqnue renuente y raspado, aún late al igual que los pulmones respiran y los ojos ven, pero ¿qué ven? Se dan cuenta de que el mundo siguió como siempre a pesar de todo. No debería ser así. ¡Alguien debió notarlo! ¡Alguien debió sentirse muy triste! ¡El mundo debió detenerse! ... Por un momento aunque sea... Pero la vida es como debe ser y no como quisiéramos que fuera, y debemos movernos, ¡agitar los brazos!, ¡hacer ruido!, ¡cantar un do de pecho!, ¡hablar con un extraño!, porque dice mi abuela que "a todos nos va a tocar, y no sabremos cuándo"y se nos va "acabar el corrido"Entonces caeremos en cuenta de las cosas que dejamos sin hacer, del beso apasionado que no dimos, del árbol que no plantamos y el libro que no escribimos... Al menos yo me siento triste...